La llamada del héroe
Javier de la Torre – Psicólogo en Valencia
¿Dónde aparece lo mejor del comportamiento humano? Especialmente cuando las situaciones que nos afectan como colectivo ponen al límite nuestros miedos. ¿Qué aspectos toma el verdadero Arquetipo del héroe? Este suele ser representado como alguien que, a pesar del coste, el miedo y el riesgo para sí mismo, realiza un sacrificio personal y humano, para hacer frente a adversidades que harían palidecer a cualquier individuo. Tengo una amiga que, actualmente, está trabajando en la coordinación de un albergue municipal para gente sin techo, o dicho de otra forma, asiste a personas muy diversas, a quienes la vida les ha puesto en situaciones muy complicadas, ya sea por circunstancias económicas, trastornos mentales, historias de maltrato, conductas adictivas… Es decir, un conjunto de seres humanos con una serie de problemáticas impuestas por diferentes circunstancias sociales y vitales, que se ven obligados a convivir, con todas las medidas de higiene que esto implica, en la situación de cuarentena actual.
Un espacio precario, mantenido únicamente por la voluntad improvisada e inmensamente humana de diversos trabajadores anónimos, que no esperaban tener que enfrentarse al rito del héroe, con la llamada al deber y la responsabilidad que esta implica, con tal de poder ayudar a otras personas. Para los profesionales, es una verdadera llamada a una peligrosa aventura, tal y como se observa en las historias de las leyendas, en los oscuros cuentos clásicos o en los mitos, donde el héroe, en el caso de mi amiga heroína, se enfrenta a las fuerzas oscuras que asolan la tierra, y a nivel profundo, al miedo y a la maldad de su propio corazón, a fin de poder enfrentarse a este y purificarse, en pos del bien común y el crecimiento personal.
Ahora es elección tuya aceptar la llamada del héroe, el héroe anónimo cuya única gloria reside en su propio psiquismo, la gloria introvertida y anónima de hacer lo que se debe hacer. La terrible realidad es que la preparación profesional de poco o nada sirve cuando, por imperante necesidad, te ves expuesto en la obligación de gestionar la vida de personas, personas que bajo tus errores podrían experimentar terribles dificultades. ¿Pero quién sino tú puede hacerlo? No hay otra opción, has sido llamado a la lucha y poco o nada importa que esta te supere, porque, a título individual, solo estás tú y nadie más combatirá por ti. Solo hay huida, con todas las consecuencias de esta, o aceptación. Puedes renunciar a la llamada y dejar que otro “ser” tome la lucha. Esta no es una elección de blanco o negro, sino más bien gris, cada uno tiene sus propias luchas y sus tiempos, pero, como diría un cristiano: “Cuidado con los que visteis pasar a Cristo, pues no pasará dos veces”. A veces la llamada es irrenunciable, o peor, renunciar a ella atañe un peligro psíquico para el renunciante y, en ocasiones como esta, para los demás.
Pero si aceptas, si decides que esta sí es tu lucha, entonces el “inmenso interno” se remueve y del “espíritu” aflora lo oscuro y hermoso del hombre, pues es en medio del horror donde la belleza del inmenso amor humano brilla con más fuerza. “La Piedra filosofal se encuentra entre los excrementos”, que diría un alquimista. Si hay algo divino, realmente divino en lo humano, es la capacidad de mirar donde nadie quiere mirar, ayudar donde reside el sufrimiento ajeno, normalmente fomentado y levantado con los peldaños de la indiferencia humana. Ayudar al que nadie quiere ayudar, al que la colectividad ha abandonado por ser un recordatorio de todo aquello que, como individuos, no queremos reconocer en nosotros mismos y en nuestras sociedades. Son los trabajadores de lo humano, los humanistas, los que entienden mejor que nadie como las circunstancias lo son todo, como la vida nos obliga a ser quienes somos. Los llamados a humanizar al “Monstruo” y devolverle la dignidad.
Si hay algo parecido a lo divino, vive en el acto de servir a otro, de ser llamado a la lucha que ya está perdida e intentar salvar al que todo el mundo dejaría morir. El éxito en la misión es lo de menos. Lo importante es que mi amiga aceptó la llamada, y como ella tantos otros, que en momentos como el actual, hacen palidecer a la maldad humana, pues su lucha brilla por encima de los egoístas y del azote que nos aqueja. A todos ellos, héroes de su propio espíritu, mi más sincero agradecimiento.